Como seres espirituales nos preguntamos muchas veces cuál es el sentido de nuestra vida y la de los que nos rodean. Entre esos seres que nos acompañan en nuestro día a día, se encuentran nuestras mascotas: perritos, gatitos, caballos, pájaros, tortugas, conejos, hámsters, etc.
Les amamos como parte de nuestra familia y cuando nos dejan, un inmenso vacío se adueña de nuestro corazón, sufrimos, les lloramos y les recordamos. Y entonces nos sobrevienen las preguntas: ¿para los animales hay también vida después de la muerte? ¿Por qué deciden venir a la Tierra en forma animal?
¿Cuál es el propósito en la vida de mi perro/gato/etc?
La función que las mascotas tienen en nuestras vidas, es recordarnos que somos amados, que somos dignos de amor, sin importar si tenemos o no dinero, si somos guapos o feos, altos o bajos, si nos portamos bien o mal con ellos.
Así de grande es su enseñanza. Son ángeles portadores de amor incondicional en mayúsculas. Ellos son la prueba física y tangible del gran amor infinito que Dios, el Universo o la Energía, como quieras llamarlo siente por nosotros.
Ellos nos recuerdan con su actitud que somos siempre amados por el Universo, bajo cualquier circunstancia y en todo momento. Nos recuerdan que somos perfectos tal como somos y dignos de amor siempre.
Es posible que si viven con un humano enfermo o bien lo ayuden a sanar o bien desarrollen la misma enfermedad que su dueño para demostrarle su amor incondicional.
Cuando abandonan su vida terrenal, van al mismo lugar que los humanos, la única diferencia es que ellos traspasan el umbral directamente, su conciencia de servicio incondicional les proporciona un pase directo sin resistencias, y una vez allí tampoco necesitan hacer un repaso de su vida, simplemente se dedican a jugar y a descansar.
Si la conexión con su dueño ha sido fuerte es muy posible que le comuniquen telepáticamente que su muerte es inminente, o que de alguna manera se despidan, siempre lo hacen con naturalidad, sin resistencias, sin dramas ni penas, para ellos la muerte es sólo un cambio hacía algo mejor.
La conexión con ellos nunca se rompe, ni siquiera después de su muerte, de hecho, se ponen en contacto con sus dueños si es necesario o si el dueño lo solicita mediante la meditación.
Así que, hay que disfrutar y aprender de ellos, porque son grandes maestros del AMOR. Y cuando se vayan, despedirnos de ellos con un “hasta luego”, porque cuando nuestro día llegue, allí estarán esperándonos, para recibirnos con el mismo amor con el que nos trataron en vida.