Deja de rezar, deja de darte golpes en el pecho, lo único que quiero es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida; que goces, que cantes, que hagas arte, que llores, que rías…
He dejado las estrellas en el firmamento, las flores del campo, el amanecer y el atardecer para que me veas; las aves cantoras, el murmullo de la brisa para que me oigas; he dejado los frutos y nada he querido negarte para que siempre me recuerdes y sepas que te amo.
Olvida los templos, las iglesias… mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti, mi casa está en ti , en todo los hombres y mujeres, animales y plantas, en todas las cosas que existen; esa es mi casa.
Yo no tengo sacerdotes, pastores, gurús, rabinos; no busques tu camino con ellos… la vida se trata de encontrar tu camino mirando hacia tu interior, descubriéndolo por ti mismo.
No podrás encontrarme en ninguna Biblia, en ningún Corán, Canon pali, Torá, Araniaka o en algún otro libro… Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus padres, en los ojos de tus hijos o los del ser amado… No me encontrarás en ningún libro.
Deja de culparme de tu vida; eres tú mismo que te has encadenado a ti mismo, a tus vibraciones negativas; te has encadenado a la envidia, al egoísmo, al odio, a la vanidad, a los celos, a todo eso te has atado; eres sólo tú quien ha querido sufrir. Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.
No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de vivir…
Yo puedo existir para ti si tu eliges que exista, puedes darme la imagen que tú desees; puedes creer en mi si tú lo deseas, pero… no es lo que yo deseo… no quiero que creas en mí, quiero que adores a la vida, que adores a tu propio cuerpo, quiero que creas en el respeto, en la naturaleza. Quiero que sientas toda la vibración del universo cuando besas a tu ser amado, cuando logras ver los ojos de tus hijos, cuando me ves en la sonrisa de tus padres.
Y si en realidad deseas buscarme, comienza por buscar dentro de ti, descubrirás que soy parte de ti y tú eres parte de mi… y sobretodo, descubrirás que ambos formamos este hermoso, perfecto y poético ente llamado universo.