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El Mundo del Yoga

Que el eterno Sol te ilumine

No hay que apagar la luz del otro para lograr que brille la nuestra (Gandhi)

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Vivimos en una sociedad totalmente mejorable, donde aún existe la creencia que debemos ser  mejores que los demás, ser competitivos y que todo vale para alcanzar el éxito. Vivimos en una sociedad en la que para adquirir protagonismo debemos menospreciar los esfuerzos de los otros; y en donde no sabemos alegrarnos de corazón de los logros de los demás. Nos centramos tanto en lo que hacen las otras personas que nos olvidamos que lo realmente importante es lo que hacemos nosotros. Debemos aprender y poner en práctica en la vida real lo que nos ofrece el mundo virtual, las redes sociales, internet: la cooperación. Donde el crecimiento y el éxito de los demás se comparten para ayudarnos a nuestro propio crecimiento.

Si aprendemos que cada uno de nosotros disponemos de nuestra luz y que la vida se trata de mantener encendida el máximo número de luces, en vez de destinar el tiempo a apagar la de los demás, aprenderemos a vivir de manera más feliz con nosotros mismos y con lo que nos rodea.

¿Y cómo podemos mantener abierta nuestra LUZ? De la manera más sencilla: siendo responsables de uno mismo. Si aprendemos a querernos, a equilibrar nuestra autoestima, a reducir nuestros miedos, a silenciar la mente, a disfrutar el presente, a cuidarnos y a ayudar a los demás; vamos a conseguir tener una paz interior que nos va a dar la llave de la felicidad. Pero debemos aprender a ser cada uno responsable de sí mismo, no debemos cargarnos con las cosas de los otros ni responsabilizarlos a ellos de las nuestras.

Mayoritariamente nos dedicamos a fijarnos en el resto del mundo. En lo que hace o deja de hacer el vecino, y nos creemos con el derecho a interferir en sus vidas. A veces nos da tanto miedo mirarnos a nosotros mismos, a vencer nuestros temores, que nos dedicamos a cuestionar lo de los demás. Si nos fijamos, no sabemos responder a la simple pregunta ¿quién soy? O nombra tus defectos y virtudes… Somos capaces de dar una lista detallada de los demás pero no de nosotros mismos. Nos fijamos demasiado en nuestro exterior y nos olvidamos de ser responsables de nuestra persona.

Ser responsables no significa cargar con los problemas de nuestros padres o hijos, con el peso de nuestros amigos o hermanos… ser responsable significa estar en la justa medida, ayudarlos en el punto exacto, pero no cargar con sus responsabilidades. Estar a su lado para ayudarlos a que resuelvan su propia vida pero no responsabilizándonos de ella. Ser responsable significa aprender a encontrar tus propias sombras y tratar de vencerlas, y no buscar a otras personas para culpabilizarlos de tus propios problemas.

Cuando te haces responsable de ti mismo tomas el control de tu propia vida.

¿Cómo puedo saber si tengo mi propia Luz encendida? Mírate los ojos. Ellos hablan de ti. Cuando estamos bien o mal por dentro lo transmitimos al exterior, y lo hacemos mayoritariamente a través de nuestra mirada. Los ojos son el espejo del alma, y aún siendo más o menos expresivos, nos transmiten si estamos preocupados, cansados, enamorados, etc. Las personas somos capaces de controlar la mayoría de nuestro lenguaje no verbal, pero se ha demostrado que la mirada no miente y que es imposible provocar reacciones como pueden ser la dilatación de las pupilas. Si la mirada no miente,  puede delatarnos y revelar nuestras intenciones; si nuestro interior está lleno de luz y sin sombras que esconder, no nos debe preocupar lo que nuestros ojos hablen.

Cuando la mirada es sincera se convierte en el puente entre almas. Debemos pensar que nuestros ojos son las ventanas donde se asoma nuestra alma. Y solo la persona con el corazón amoroso y sincero te permitirá mirar a través de sus ojos. Puedes mirar a la persona que tienes enfrente y a través de su mirada reconocer sus emociones, pero te has parado a observar y a analizar ¿qué dicen tus ojos de ti? Cuando nos paramos frente a un espejo nos miramos las cejas, las arrugas, si ha salido alguna espinilla… pero, ¿vemos que nos está diciendo nuestra mirada? Saber si transmitimos dulzura, ternura, serenidad. Si es una mirada triste, fría, distante… Detente a observar tu mirada y encontrarás mucha información que habla de ti, y reconocerás si mantienes tu luz encendida.

 

Namasté.

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