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El Mundo del Yoga

Que el eterno Sol te ilumine

Los beneficios de empezar el día con meditación

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Empezar el día haciendo meditación es una forma maravillosa de desprender buena energía desde primera hora.

Te sueles levantar corriendo, con el tiempo justo para salir pitando, estresada desde el minuto uno.

¿Así es como quieres empezar el día?

Corre que te corre de un lado para otro, por no darle a las primera horas de la mañana la importancia que se merecen.

En artículos anteriores ya hablamos de la importancia de los primeros momentos del día .

Partimos de la base de que es muy necesario que dejes todo preparado la noche anterior, para no sentirte agobiada nada más abrir los ojos.

Como te decía, organizarte antes de meterte en la cama no sólo te permite acostarte más despreocupada, sino despertarte más tranquila.

Deja preparada la ropa que te vas a poner, haz una lista de las cosas que tienes que hacer al día siguiente y vete a la cama lo más relajada posible.

Te levantas dispuesta y con iniciativa.

¡Ya puedes empezar a correr!

Nooooo por favor.

¿Sabes la cantidad de beneficios que tendrá para ti que hagas unos minutos de meditación antes de salir de casa?

Suena complicado, pero por meditación podemos entender también la práctica de la respiración consciente.

El truco que te propongo es que te pares unos minutos a meditar, o simplemente a escuchar tu respiración.

Te explico cómo…

Has puesto el despertador con el tiempo suficiente para ello.

Te has bajado de la cama con calma y alegría.

Ahora, busca un sitio tranquilo de la casa.

Si es posible que no sea la habitación donde duermes, mejor. El lugar de descanso debería usarse sólo para eso, para descansar.

Si es posible que sea al aire libre, genial.

Pero si no es posible, tampoco pasa nada.

Siempre es mejor hacer las cosas imperfectas que no hacerlas.  

¡Recuerda esto!

Seleccionado el lugar más apropiado, te vas a sentar en una posición cómoda que no te incite volverte a dormir, que ya nos vamos conociendo.

Programa una alarma de 5 minutos, para empezar.

Puedes ir aumentando el tiempo que dedicas a respirar según vayas avanzando en la práctica.

Al principio, 5 minutos son suficientes y te ayudarán a conseguir tu propósito.

Con los ojos cerrados para evitar distracciones, observa tu respiración.  

No la controles, no la dirijas, sólo observa.

Todas tus acciones, todos tus pensamientos, todo tu energía va dirigida a respirar.

Siente cómo el aire entra por tu cuerpo y lo llena, para después salir muy despacio y llevarse todo lo que no te sirve.

Inspiramos siempre por la nariz, así el aire entrará más caliente y más limpio.

Para soltar el aire, usa la nariz o la boca según compruebes lo que te sienta mejor.

Que la respiración te resulte placentera.

¿Cuál es la mejor manera de respirar?

Lo ideal sería que con la inspiración se empezase a llenar de aire el abdomen, después el tórax y seguidamente la zona clavicular.

Al soltar el aire, lo haríamos en el orden inverso.

Pero vas a encontrar consejos de todo tipo.

Te recomiendo que utilices la forma de respirar que te resulte más completa y agradable.

Cada vez que percibas que tus pensamientos te están distrayendo, no les des importancia y vuelve a disfrutar de la respiración.

No hagas nada más, sólo respira.

Disfruta de esa sensación que oxigena tu cuerpo y prepara tu mente pare este nuevo día.

El aire va entrando muy despacio por tu nariz, recorriendo todo tu cuerpo y haciéndote estar presente.

Al salir, ese aire se lleva todas las cosas que no necesitas como la pereza,  el estrés, el desánimo…

Poco a poco, con la observación de la respiración, te irás dando cuenta de ciertos hábitos adquiridos que no te benefician.

Sería muy normal que notases que respiras con los hombros.

De repente te das cuenta de que al tomar el aire los hombros se te juntan con las orejas.

De este modo, al soltar el aire tienes una necesidad imperiosa de empujar los hombros hacia abajo, con suerte.

Si al soltar el aire tus hombros siguen quedándose arriba, observa bien ese hecho porque puede deberse a que estés alcanzando unos niveles de agarrotamiento preocupantes.

La vida acelerada que llevamos afecta muchísimo a nuestros hábitos posturales.

Quizá observes también que respiras únicamente con el pecho.

Intenta hacer una respiración lo más completa posible. 

El diafragma suele estar muy bloqueado.

Al respirar de una forma completa, le irás dando movilidad y conseguirás que se vaya relajando.

El simple hecho de mantenerte quieta disfrutando de tu respiración, te hace sentir genial.  

Si estás acostumbrada a meditar, esto te resultará un ejercicio muy sencillo que puedes sustituir por tus meditaciones normales.

Si no estás acostumbrada a meditar ni a hacer ejercicios de este tipo, al principio te resultará complicado. 

Incluso puede aparecer más ansiedad.

Conozco muchísima gente incapaz de pararse a hacer cualquier ejercicio de relajación.

El hecho de ponerse cómodas, aparcar las obligaciones por unos instantes y concentrarse en algo tan natural como su respiración, les provoca tal estado de ansiedad que dejan de intentarlo.

Cuando debería ser precisamente lo contrario.

Esas personas son las que más necesitan de estos ejercicios.

Con un poco más de perseverancia y verdadero compromiso con su salud, conseguirían maravillosos resultados.  

Si este es tu caso,

¡no te rindas!, ¡no claudiques!

Nadie ha dicho que sea fácil,  pero si muy beneficioso, eso te lo garantizo.

Nada más empezar a intentar mantenerte concentrada en tu respiración, millones de pensamientos te vendrán a la mente (a ti y a cualquiera, no pienses que eres peor que nadie):

“Voy a llegar tarde, esto es una tontería, tengo que comprar patatas, parece que llueve, ayer no hice aquello, mañana haré lo otro…”, etc, etc, etc.

Los pensamientos se agolparán en tu cabeza, al mismo tiempo que luchas por no reclinarte y volverte a dormir.

Es normal, no te vengas abajo, sigue intentándolo.  

Todo lo que hacemos en la vida requiere práctica para que llegue a funcionar.

Trabajar para incorporar hábitos saludables a tu día a día ¡merece muchísimo la pena!

Cada vez que seas consciente de que esos pensamientos te están alejando de tu respiración, vuelve a ella.

Mantente despierta, consciente y cada vez que te des cuenta de que no estás comprometida con tu respiración, lo vuelves a intentar con tranquilidad hasta que suene la alarma de 5 minutos que has programado.

No necesitas hacer nada más que respirar.

Sin irritarte, sin enfadarte contigo misma, sin perder la ilusión en lo que estás haciendo.

Simplemente vuelve a intentarlo tanta veces como sea necesario.

Así, irás educando a tu mente a cumplir con lo que le estás pidiendo.

Recuerda: no quieres hacerlo perfecto, sólo quieres hacerlo.  

Intenta mantener la postura más cómoda posible. Cuando deje de ser cómoda, la cambias.

No se trata de que te conviertas en una estatua en busca de la iluminación, sino de que seas tú misma intentando disfrutar de tu respiración.

Aparecerán distracciones a cada momento.

Probablemente, al principio tendrás que luchar con ellas durante todo el rato que dure el ejercicio.

Pero poco a poco te irás dando cuenta, según avances en tu práctica, que cada vez las distracciones son menos y eres capaz de pasar mucho más tiempo disfrutando de tu respiración. 

Es un gusto poder sentarse a respirar por el mero hecho de respirar, de forma consciente y elegida por ti.

¡Tú controlas tu vida! 

Durante 5 minutos no estarás respirando mecánicamente y eso te dará poder para el resto del día.

El ejercicio que te estoy proponiendo, no sirve únicamente para empezar el día.

Este ejercicio puedes incorporarlo a tu rutina en el momento que quieras o necesites.

En un rato muerto en la oficina, en la cola del súper, picando piedra en la mina, o donde te de la gana.

Cualquier momento es bueno para pararte a escuchar tu respiración y dedicar unos minutos a mimarte.

¡EMPIEZA A PRACTICARLO CUANTO ANTES!

Lo ideal sería que desde el momento en que decidas practicarlo, no fallases ni un día.

Sean 5 minutos, 2 y medio o 48, este ejercicios te ayudará a centrar tu atención en el momento presente y a vivirlo con más plenitud.

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