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Amar a los enemigos: Martin Luther King

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El nombre de Martin Luther King es bien conocido. De todos los líderes sociales que han cruzado por la historia, pocos como él que hayan provocado un efecto positivo tan considerable gracias a casi únicamente un par de recursos: su honestidad y su palabra.

Como sabemos, King encabezó sobre todo la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana en Estados Unidos, que hasta su época sufría un trato discriminatorio y aun, cabría decir, francamente vejatorio. El célebre incidente en que Rosa Parks se negó a darle el asiento a una persona de tez blanca (a lo cual estaba obligada por ley, aunque ahora esto parezca increíble) mostró hasta qué punto llegaba dicha segregación en la década de 1950.

Amparado en un ideario político y estratégico basado en la no violencia, la desobediencia civil y la doctrina cristiana que predicaba por su formación como ministro bautista, Martin Luther King fue una de las figuras más destacadas en esa búsqueda de igualdad.

En ese sentido, su trayectoria es uno de los mejores ejemplos del potencial que el ser humano posee para trabajar en conjunto y vivir en relativa armonía, para ser sincero y transparente, para vivir sin miedo y para luchar por la propia libertad…

Esto es posible, no cabe duda; aunque tristemente, el asesinato de King demuestra que muchas personas todavía no están listas para vivir así.

En esta ocasión compartimos algunos fragmentos de un sermón de King poco conocido en español, el cual fue pronunciado el 17 de noviembre de 1957 en una iglesia bautista de Montgomery, Alabama. Su tema general fue el conocido precepto de Cristo, transmitido por los Evangelios, que nos insta a amar a nuestro enemigos.

Con la inteligencia y la sinceridad que lo caracterizó, King expuso en su sermón de manera sencilla al menos cuatro razones por las cuales amar a nuestro enemigos es una de las mejores acciones que podemos emprender en aras de nuestro bienestar personal y colectivo. Leamos a King:

Creo que la primera razón por la cual debemos amar a nuestros enemigos (y creo que esto estaba en el corazón del pensamiento de Jesús), es esta: que odio por odio sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Si yo te golpeo y tú me golpeas, y te devuelvo el golpe y tu me devuelves el golpe, y así sucesivamente, ven que se lleva hasta el infinito. Simplemente, nunca termina. En algún lugar, alguien debe tener un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la persona que puede cortar la cadena del odio, la cadena del mal. Y esa es la tragedia de odio, que no se corta. Sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Alguien debe tener suficiente religión y moral para cortarla e inyectar dentro de la propia estructura del universo ese elemento fuerte y poderoso del amor. […]

Hay otra razón por la que deben amar a sus enemigos, y es porque el odio distorsiona la personalidad de la persona que odia. Solemos pensar en lo que el odio hace por el individuo odiado o los individuos odiados o los grupos odiados. Pero es aún más trágico, es aún más ruinoso y más perjudicial para el individuo que odia. Comienzan odiando a alguien, y comenzarán a hacer cosas irracionales. No puedes ver bien cuando odias. No puedes caminar derecho cuando odias. No puedes mantenerte de pie. Tu visión se distorsiona. No hay nada más trágico que ver a un individuo cuyo corazón está lleno de odio. Llega al punto en el que se convierte en un caso patológico. Porque ante la persona que odia, puedes ponerte de pie y ver a esa persona y esa persona puede decirse hermosa, y puedes decir que es horrible. Para la persona que odia, lo bello se vuelve horrible y lo horrible se vuelve hermoso. Para la persona que odia, lo bueno se vuelve malo y lo malo se vuelve bueno. Para la persona que odia, lo verdadero se vuelve falso y lo falso se vuelve verdadero. Eso hace el odio. No puedes ver correctamente. El símbolo de la objetividad se pierde. El odio destruye la estructura misma de la personalidad de la persona que odia. […]

Los psicólogos y los psiquiatras nos dicen hoy que cuanto más nos odiamos, más desarrollamos sentimientos de culpa y empezamos a reprimirnos inconscientemente o suprimir ciertas emociones conscientemente, y todo se amontona en nuestro ser subconsciente y causa trágicas respuestas neuróticas. ¿Y no será que la neurosis de muchas personas cuando se enfrentan a la vida es porque hay un elemento de odio por allí? Y la psicología moderna ahora nos llama a amar. Pero mucho antes de que la psicología moderna existiera, el psicólogo más grande del mundo que caminaba alrededor de las colinas de Galilea nos dijo que amáramos; miró a los hombres y dijo: «Amad a vuestros enemigos; no odien a nadie». No es suficiente amar a nuestros amigos, porque cuando empiezas a odiar a una sola persona, se destruye el centro de tu respuesta creativa a la vida y al universo; así que amen a todos. El odio en cualquier punto es un cáncer que corroe el centro vital de tu vida y tu existencia. Es como un ácido de erosión que corroe lo mejor y la esencia objetiva de tu vida. Así que Jesús dice «Amen», porque el odio destruye al que odia, al igual que al que es odiado. […]

Ahora bien, hay una razón final por la cual creo que Jesús dice: «Amad a vuestros enemigos». Es esta: que el amor tiene dentro de sí un poder redentor. Y hay un poder que eventualmente transforma individuos. Es por eso que Jesús dice: «Amad a vuestros enemigos». Porque si odias a tus enemigos, no hay manera de redimir y transformar a tus enemigos. Pero si amas a tus enemigos, descubrirás que en la misma raíz del amor hay potencial de redención. Tan sólo continúas amando a la gente y sigues amándola, a pesar de que te están maltratando. Allí está la persona que es un prójimo, y esta persona te está haciendo algo malo a ti y todo eso. Sólo sigue siendo amable con esa persona. Continúa amándola. No hagas nada para avergonzarlos. Continúa amándolos, y no pueden soportarlo por mucho tiempo. Oh, reaccionan de muchas maneras al principio. Reaccionan con amargura porque están molestos de que los ames así. Reaccionan con sentimientos de culpa, y a veces te odiarán un poco más en ese período de transición, pero sólo continúa amándolos. Y por el poder de tu amor se quebrarán con la carga. Es el amor, ya ven. Es redentor, y es por eso que Jesús dice «Amen». Hay algo sobre el amor que se acumula y es creativo. Hay algo sobre el odio que derriba y es destructivo. Así que amen a sus enemigos.

El odio destruye, pero el amor crea. He ahí la síntesis poderosa de King a la consigna cristiana.

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